A través de los años de ejercer la psicoterapia, he recibido muchos casos de personas sobrevivientes de abuso sexual; he escuchado las historias de mujeres, hombres y menores de edad, que fueron agredidas/os sexualmente por sus padres, tíos, primos e incluso amigos y, que presentan una serie de malestares emocionales, que considero vale la pena compartir con los/as lectores/as que han sobrevivido a este tipo de violencia; debido a que con frecuencia los y las sobrevivientes de abuso sexual, no identifican como secuelas de esta violencia.
Por lo anterior, considero importante compartir con ustedes algunos aspectos que puedan ayudarles a comprender su experiencia y proporcionarles algunas alternativas, que llevadas a la práctica, les podrán permitir sanar. Vale la pena aclarar, que cada experiencia es única y por tanto, pueden sentirse identificadas/os o no, con una o varias de las situaciones que describiré a lo largo de este texto.
Primero es importante conocer a qué nos referimos cuando hablamos de agresión sexual. Una agresión sexual es toda conducta que atenta contra la libertad sexual de una persona; a través de la intimidación (infundir miedo) o el uso de la violencia (fuerza física). Por ejemplo, tocamientos o caricias sexuales, penetración vaginal, anal u oral, penetración digital o con objetos, exhibición del cuerpo, masturbación frente a otra persona y/o la exposición de pornografía, todo lo anterior sin el consentimiento de la persona.
Aunque nos cueste creerlo, la mayoría de las agresiones sexuales suceden dentro de la familia o por alguna persona cercana a ésta, a quien se le considera de confianza y, en pocos casos las agresiones sexuales son cometidas por extraños.
Por otro lado, considero relevante dejar clara la razón por la que he decidido utilizar el término sobreviviente de abuso sexual y no el de víctima. En definición el término “víctima” señala a la persona agraviada como un agente pasivo en la experiencia de abuso y a la persona “victimaria” como un agente activo, capaz de transformar por medio de sus actos a una persona, en su víctima. En cambio, desde una perspectiva de género (Velázquez, 2003), el uso del término “sobreviviente” nos permite ubicar a la persona agredida como el agente activo que utilizó ciertos recursos para defenderse o modificar las intenciones del agresor; asimismo, la significa como persona capaz de emplear otros recursos para sanar y superar la agresión.
Una vez aclarado lo anterior, les presento seis aspectos que comúnmente experimentan las y los sobrevivientes de agresiones sexuales y que es importante que tomen en cuenta para comprender su experiencia e inicien un camino hacia la sanación.
- Culpa: Pensar que lo acontecido fue culpa tuya porque tal vez hiciste algo para causarlo o pensar que nadie va a creerte y que dirán que tú lo provocaste. Lo anterior puede cobrar más fuerza si tu agresor te responsabiliza de sus acciones diciéndote cosas como: “querías que esto pasara”, “tú me provocas”, etc.
- Sensación de vergüenza: Guarda una relación con la culpa; al sentir que tú lo ocasionaste, podrías decidir no hablar de ello ya que te generaría vergüenza lo que vayan a pensar las demás personas sobre ti. Por otra parte, algunas personas se sienten “estropeadas” si algo en su vida no está funcionando bien; por ejemplo, la vida sexual en pareja y ello es lo que propicia que la persona se avergüence. Por otra parte, muchas de las personas que vivieron abuso sexual, no denuncian debido al sentimiento de vergüenza; si a ello le sumamos que ante las autoridades son revictimizadas, la situación se vuelve más compleja. La persona se siente responsable de la situación y más vergüenza siente, por tanto, seguirá guardando silencio.
- Pérdida de confianza: Es posible que, tras la agresión, pienses que no puedes confiar en los demás. Si la agresión fue por parte de un familiar o una persona de tu confianza, quizá pienses que si una persona en la que confiabas te hizo algo así, no puedes esperar más de otros y comiences a distanciarte de las personas y a sociabilizar menos.Por otro lado, es posible que tengas menos confianza en tu persona; en algunos casos, existe la idea de que no se hizo nada para protegerse de la agresión y sentirse indefensa/o ante cualquier situación que represente una amenaza o un reto para ti; por ejemplo, pensar que debiste defenderte de determinada manera y no lo hiciste o, pensar que no podrías lograr un objetivo porque no cuentas con los recursos personales necesarios para hacerlo.
- Sentirte diferente de los demás: Probablemente los recuerdos de la agresión te han acompañado por un tiempo determinado y en diferentes situaciones de tu vida; te han generado dolor y posiblemente sientes que no has podido superarlo, por lo que te preguntas por qué te pasó a ti y piensas que sólo a ti te ha sucedido algo así.
- Sentir que no se tiene el control: Experimentar angustia frecuente, generada por el sentimiento de que en el futuro se esté en peligro nuevamente y que se está indefensa/o; es decir, algunas personas temen volver a ser agredidas y que no puedan hacer nada para protegerse
- Vivirse como una persona abusada: En muchos casos la persona agredida siente que el abuso la determina; determina quién es y cómo se relaciona con las demás personas de su alrededor. Presenta dificultades para reconocerse de otra manera; por ejemplo, percibirse como alguien que ha tenido logros en su vida o que tiene relaciones saludables e importantes.
Los anteriores puntos son sólo algunas de las secuelas que deja el abuso sexual, si te has identificado con algunas, es posible que te estés preguntando cómo lidiar con ellas, por lo que a continuación, te comparto cinco ideas que pueden ayudarte a tener un panorama distinto sobre esta experiencia:
- La culpa no es tuya/la responsabilidad es del agresor: La única persona responsable de la agresión sexual, es aquella que decide llevarla a cabo. En una ocasión escuché decir a una mujer “Tal vez yo le di pie a hacerlo porque cuando era niña lo buscaba mucho, me gustaba pasar tiempo con él”, en otra ocasión escuché a otra decir “Yo tuve la culpa porque bebí demasiado”; en ninguno de estos ejemplos, estas mujeres tuvieron la culpa. La relación sexual debe ser consensuada y dicho acuerdo debe ser explícito y, por otro lado, una niña no provoca a un adulto para tener relaciones sexuales. En ambos casos, los responsables fueron los agresores; resulta importante delegar la responsabilidad a quien le corresponde tenerla.
- Construye la confianza: Pregúntate si de verdad en nadie puedes confiar; en muchos casos las personas sobrevivientes de abuso logran identificar a una o varias personas en quienes sí confían (algún familiar, un amigo/a, la pareja misma, entre otros) y es importante que reconozcas qué cualidades de esas personas te permiten confiar; quizá te han apoyado, escuchado, acompañado en diversos momentos y ello te ha llevado a darles tu confianza. Aunado a lo anterior, identifica cuáles de tus recursos personales te ayudan a reconocer cuando puedes confiar en alguien; por ejemplo, la claridad que tienes para saber lo que te da bienestar y lo que no, tal vez prefieres ir conociendo poco a poco a la persona antes de confiar totalmente en ella, etc. Además, al recordar el momento de la agresión, es importante que valores aquellos esfuerzos que hiciste para defenderte o evitar la agresión; por muy pequeños que los consideres, son importantes y seguramente tuvieron alguna función. Por ejemplo, gritar, pedir ayuda, pelear o incluso, quedarte quieta/o ante la experiencia, es una forma de protegerte puesto que es probable que aunque no lo hayas analizado en ese momento, evaluaste que era mejor estar quieta/o para evitar ser más latimada/o.
- No eres el/la única/o: México es el primer lugar en abuso sexual infantil (Martínez, 2019) y en el año 2019 el INEGI reportó que el 41.3% de la mujeres han experimentado alguna vez en su vida, violencia sexual. Desafortunadamente, la violencia sexual sucede con frecuencia en nuestra sociedad y las/os sobrevivientes de abuso, no deben avergonzarse. En cambio, como sociedad debemos trabajar para erradicar esta problemática y, hablar de lo que ocurre es el primer paso; recordemos que lo que no se nombra no existe, por lo que hay que visibilizar la violencia sexual y señalar a los agresores.
- Puedes cuidar de ti misma/o: Si fuiste agredido sexualmente en la infancia, algo que debes considerar es que no te encuentras en el mismo lugar que en el que estabas en ese momento; te has convertido en adulto/a y ahora puedes establecer otros límites que te ayuden a mantenerte a salvo, ya no eres un niño/a inmerso en una situación con pocas posibilidades de acción. Ahora cuentas con más recursos para cuidar de ti y protegerte. Por otro lado, si la agresión se dio en la adultez, es importante identificar los recursos con los que cuentas en la actualidad para mantenerte protegida/o y las acciones que llevas o puedes llevar a cabo para tu cuidado.; por ejemplo, denunciar ante las autoridades, pedir ayuda a tus redes de apoyo (familia, amigos/as, pareja, entre otros), apoyo psicoterapéutico, etc.
- El abuso no determina quién eres: La persona en la que te has convertido es el resultado de las relaciones que has construido, de tus logros, de cada rol que ejerces en tu vida cotidiana; amigo/a, pareja, estudiante o trabajador/a, mamá/papá, etc.; el conjunto de tus experiencias. Eres importante y valiosa/o por todo aquello que te caracteriza.
Si eres un/a sobreviviente de una agresión sexual y piensas que necesitas ayuda, no dudes en acercarte a un/a profesional, apóyate de las personas que te quieren y que pueden proporcionarte el apoyo que necesitas. No permitas que esta experiencia determine tu futuro; puedes vivirte de una manera distinta, puedes sanar y construir la vida que es mejor para ti, con relaciones saludables y experiencias a través de las cuales descubras/recuerdes todas las cualidades, fortalezas y recursos que te constituyen.
Espero que este texto haya sido de ayuda para ti, si te interesa leer más sobre el tema te recomiendo revisar la siguiente bibliografía:
- Bass, E. & Davis, L. (1995). El coraje de sanar. Guía para las mujeres supervivientes de abuso sexual en la infancia. Ediciones Urano: Barcelona.
- Durrant, M. & White, C. (1993). Terapia del abuso sexual. Gedisa: Barcelona.
- Velázquez, S. (2013). Violencias cotidianas, violencias de género. Paidós: Argentina.
Otra recomendación para reflexionar sobre el tema es la miniserie:
Grant, S., Waldman, A., Chabo, M., Timberman, S., Berverly, C. & Couric, K. (Productores). (2019). Unbelievable (serie de televisión). Estados Unidos: Netflix.
Referencias bibliográficas:
- INEGI. (2019). Estadísticas a propósito del día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer (25 de noviembre). Datos nacionales. Recuperado de https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2019/Violencia2019_Nal.pdf
- Martínez, S. (6 de enero de 2019). México, primer lugar en abuso sexual infantil, según la OCDE. La Jornada. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/2019/01/06/politica/008n1pol
- Velázquez, S. (2013). Violencias cotidianas, violencias de género. Paidós: Argentina.